Con la prueba presentada en el juicio oral por la fiscal jefe de Alto Hospicio, Jócelyn Pacheco, el tribunal resolvió condenar a un acusado chileno, de 34 años, a la pena efectiva de 3 años y un día de presidio, como autor del delito de receptación aduanera, luego que en agosto del año 2023 fuera sorprendido con 979 pacas de cigarrillos extranjeros.
Según lo que se acreditó en el juicio, el día de los hechos, en el sector de la “Azufrera”, ruta A-16 de Alto Hospicio, personal de la SIP de Carabineros fiscalizó a un camión Volvo con remolque que circulaba con la carga cubierta y conducido por el acusado Nelson Mamani Challapa, quien luego de acelerar fue detenido al interior de un sitio ubicado en la misma ruta. Al revisar la carga del camión se constató que se trataba de 979 pacas de cigarrillos de distintas marcas de procedencia extranjera, sin la documentación que justificara su internación al país ni el pago de impuestos, y avaluadas por Aduanas en más de 1.174 millones de pesos, mientras que el total de los gravámenes eludidos ascendió a $1.193 millones.
En el juicio, la Fiscalía y la abogada querellante de la Dirección Regional de Aduanas presentaron los testimonios de los carabineros que estuvieron a cargo del procedimiento, quienes detallaron que al intentar controlar el camión, el acusado aceleró y paró al llegar a un sitio, descendiendo del camión e intentando huir a pie, pero fue detenido. También declaró la funcionaria de Aduanas que realizó el aforo de la mercadería incautada, la que correspondía a cajetillas de cigarros de diversas marcas extranjeras como Palmall, Hills y Carnival, entre otras.
Terminado el juicio, y considerando que el acusado tenía una condena previa por otro delito, el tribunal resolvió condenarlo como autor del delito de receptación aduanera a la pena efectiva de 3 años y un día de presidio. Además, se decretó el comiso del camión y el remolque, ya que si bien la defensa presentó documentación de que ambos rodados pertenecían a terceras personas, el tribunal estimó que éstas no podían menos que saber en qué se utilizaban, dado que el anterior dueño era el propio acusado, los nuevos propietarios tampoco explicaron por qué el camión y el remolque eran ocupados por el imputado e, incluso, podían todos ser familiares por la coincidencia de apellidos.